Páginas

Una rara pluma Wally 99 (¿dónde està la Wally?)

 Una rara pluma Wally 99 (¿dónde està la Wally?)


Por :Xavier Muñoz Torrent



Removiendo antiguallas en L’Encant de Gràcia (una tienda de brocantero, sede de la Fundación ACIS, entidad sin finalidad de lucro, que destina sus beneficios de las ventas a dar becas a niños de familias necesitadas) encontré, dentro de una caja metálica, entre otros elementos de escritura, los restos de una pluma estilográfica que llevaba inscrita en el capuchón la marca “Wally 99” y en el clip “MS”. Me llamó la atención, y, más aún, después de no poder obtener ninguna referencia cierta en la red sobre su fabricante o distribuidor. Había encontrado ciertamente un modelo raro. 


Se trata de una pluma de cuerpo y capuchón metálicos, cromada, seguramente en aluminio; boquilla de plástico negro; delgada (próxima a lo que se conoce en el argot estilográfico como una “slim”), de forma ahusada, estriada longitudinalmente, con convertidor de émbolo, tipo jeringa. Clip rayado en horizontal, anilla roja en medio, cierre a presión. La encontré a pedazos y me la dieron, ya que consideraron aquellas partes como material de desecho. Una vez en casa, la pude recomponer (por suerte tenía todas las piezas), y la pasé por el grifo, limpiando un poco los cromados y sometiéndola a una sesión de Fairy para liberar los tractos internos de cualquier resto de tinta solidificada. Una vez vuelta a montar y comprobando que permitía la carga sin ningún problema, constaté su correcto funcionamiento. El plumín, oculto, no debe ser de oro, pero la escritura es dulce, no rasca nada y permite un flujo continuo. Sin embargo, por el desgaste y el maltrato sufrido, el capuchón ha perdido hermetismo, con lo cual la tinta puede secarse en el plumín una vez cerrada.


Preguntado el personal del establecimiento, me explicaron que el lote de material de oficina y dibujo donde estaban los restos de la pluma provenía de una donación. El contenido de la caja principalmente lo había entregado una antigua maestra de escuela, ya jubilada hace bastantes años, que, según dijeron, se había deshecho de mucha cosa de su casa, atendiendo un cambio de domicilio. La señora les llevó especialmente libros, utensilios viejos de cocina y algún mueble, además de material escolar. Añadieron que aquella señora, como otras de cierta edad, había preferido ir a vivir a un lugar más reducido y asegurarse un acompañamiento especializado. 

 



Prácticamente todo lo que venden proviene de donaciones de gente mayor o de los hijos que liquidan patrimonios heredados, de los cuales no se pueden hacer cargo. Y, además, como que la Fundación está ligada a la enseñanza es lógico recibir donaciones de antiguos maestros, incluso liquidaciones de centros escolares o bibliotecas. Es ley de vida... tecnológica. De hecho, es también el origen del material de las tiendas de anticuarios o tiendas especializadas de segunda mano: liquidaciones de patrimonios que la gente ha venido acumulando durante toda su vida y que en manos de otros pierden todo el valor sentimental, si antes no se ha traspasado también el conocimiento sobre aquel valor (y el exacto valor económico) a los herederos. 

             






Me reconfortó saber que la señora maestra, a pesar de la edad, guardaba buena salud y autonomía, y seguramente deshacerse de aquellas cosas le había resultado un alivio, sabiendo que podrían aprovecharse por otra gente, que les podría dar una nueva vida.  

Entre las secciones de aquel establecimiento hay una dedicada en concreto a los libros de escuela, cuentos, diccionarios, atlas, juguetes educativos y material escolar de segunda mano. La caja estaba situada en un estante de aquella sección y el plumín reluciente, por sorpresa mía, sobresalía entre un puñado de lápices de colores. Las plumas estilográficas no son tan habituales en ese establecimiento (y menos las de alta gama), pero, a veces, aparece alguna. Parece que aquel lote había sido revisado, pero era un “poti-poti” variado de bolígrafos, lápices, compases, reglas, porta-ángulos, etc… que habían tasado para vender a 0,50 euros la unidad.

Aseguraron que nadie de los voluntarios de la Fundación dio noticia de ningún material especialmente dañado, y que nadie de ellos se entretuvo en desmontar ninguna pluma. Así, por tanto, debía estar en ese estado de origen o quizás por acaso hubiese caído en manos de algún cliente torpe. Muy probablemente, nadie antes le había prestado especial atención, puesto que, cuando la encontré, la parte interna del tapón se hallaba separada y el resto del cuerpo debía haberse desencajado, porque, si no se le encajaba bien, no cerraba, y alguien la consideró desechable dada la extrema sequedad del émbolo de jeringa. De todas formas, hay gente que a veces compra piezas inservibles para decoración o atrezzo, pero ni aun así creyeron que aquello valiese nada en aquel estado. 

Sobre la relación de la pluma Wally 99 y la maestra no me supieron dar más detalles a pesar que es muy probable que aquélla fuera suya y que hubiese sido un instrumento utilizado en ejercicio de su profesión durante los años de docente en activo, o incluso de estudiante de Magisterio. Pero… ¿quién lo sabe?! Detrás de cada pluma usada hay siempre, con certeza, una vivencia humana única, que enlaza con la comunicación de las personas, que puede ser interesante conocer y divulgar, más allá de un análisis estético o mecánico del utensilio.

Pero, incluso, en aquel momento, yo tenía más noticia de la historia de la antigua propietaria de la pluma, que no tanto del origen de su fabricación, que, a estas alturas, para mi sigue siendo un enigma. Alguien de los Amics de l’Estilogràfica apuntó que, muy probablemente, el fabricante podía guardar relación con el tipo de convertidor utilizado (y quizás también con la forma del clip rayado en horizontal), que podía asimilarse mucho con casas italianas o francesas, como los modelos Johnson 88 Plexiglass, correspondientes a un marquista local, que montaba plumas con piezas procedentes de Italia y que podría estar en la órbita de la producción de Enrico  San Martino Grasso, fabricante italiano establecido en Barcelona, conocido por ser el impulsor de diferentes marcas de gama media que utilizaban aquel sistema de carga; pero también podría tratarse de  una adquisición de más allá de los Pirineos, ya que este sistema también  se utilizó en Francia. Por tanto, nos restará todavía una duda substancial en esta historia. 

Encontrar referencias sobre aquella pluma Wally 99 se asemeja, pues, a la búsqueda del inefable Wally (¡curiosa coincidencia en el nombre y en las circunstancias!) en los dibujos de Martin Handford: aquel personaje homónimo con gafas de pasta, suéter a rayas rojas horizontales y gorro de borla, de los cuentos sin mucho texto que preguntan “¿Dónde está Wally?”, confundido en medio de una masa ingente de personajes y detalles dibujados expresamente para despistar al lector. Y para la pluma rara, ya fuese San Martino-Grasso u otro italiano su fabricante, nos tiene análogamente “despistados” en su correcta identificación. 

Nota

(*) Consta en Todocolección la venta de un modelo similar Wally 99, con la boquilla gris, el 4 de junio de 2020, pero sin más referencias.


*********************************

Una rara ploma Wally 99 (On està la Wally?)


Por :Xavier Muñoz Torrent


Remenant en L’Encant de Gràcia (una botiga de brocanter, seu de Fundació ACIS, entitat sense finalitat de lucre, que destina els guanys de les vendes a donar beques a nens de famílies necessitades), vaig trobar, dins una caixa metàl·lica, entre altres elements d’escriptura, les restes d’una ploma que portava inscrita al tap la marca “Wally 99” i al clip “MS”. Em cridà l’atenció, i més encara després de no poder esbrinar a la xarxa cap referència certa sobre el seu fabricant o distribuïdor. Havia trobar certament un model rar.

Es tracta d’una ploma de cos i tap metàl·lics, cromada, segurament fabricada en alumini; broquet (boquilla) de plàstic negre; prima (pròxima al que es coneix en l’argot estilogràfic com una slim), de forma lleugerament afusada, estriada longitudinalment, amb convertidor d’èmbol, tipus xeringa. Clip ratllat en horitzontal, anella vermella al mig, tanca a pressió. La vaig trobar a trossos i me la van donar atès que van considerar aquelles parts com a material de rebuig. Un cop a casa, la vaig poder recompondre (sortosament tenia totes les peces), i la vaig passar per l’aixeta, netejant una mica els cromats i sotmetent-la a una sessió de Fairy per alliberar els tractes interns de qualsevol resta de tinta solidificada. Un cop tornada a muntar i comprovant que permetia la càrrega sense cap problema, vaig constatar el seu correcte funcionament. El plomí, ocult, no deu ser d’or, però l’escriptura és dolça, no rasca gens i permet un flux continu. Tanmateix, pel desgast i pel maltracte sofert, el tap ha perdut hermetisme, la qual cosa fa que la tinta pugui assecar-se al plomí un cop tancada.


Preguntat el personal de l’establiment, m’assabentaren que el lot de material d’oficina i dibuix on estaven les restes de la ploma provenia d’una donació. El contingut de la caixa majoritàriament l’havia lliurat una antiga mestre d’escola, ja fa força temps jubilada, que, segons m’explicaren, havia estat fent liquidació de molta cosa de casa seva, atès un canvi de domicili. La senyora els portà especialment llibres, estris vells de cuina i algun moble, a banda de material escolar. Afegiren que aquella senyora, com d’altres amb una certa edat, havia preferit anar a viure a un lloc més reduït i assegurar-se un acompanyament especialitzat. 

 




Pràcticament tot el què venen prové de donacions de gent gran o dels fills que liquiden patrimonis heretats, dels quals no se’n poden fer càrrec. I, a més, com que la Fundació està lligada a l’ensenyament, és lògic rebre donacions d’antics mestres, fins i tot liquidacions de centres escolars o biblioteques. Tanmateix és llei de vida... tecnològica. De fet, és també l’origen del material de les botigues d’antiquaris, o botigues especialitzades de segona mà: liquidacions de patrimonis que la gent ha anat acumulant durant tota la seva vida i que en mans d’altri, perden tot el valor sentimental, si abans no s’ha traspassat també el coneixement sobre aquest valor (i l'exacte valor econòmic) als hereus. 

             





Em reconfortà saber que la senyora mestra, malgrat l’edat, guardava bona salut i autonomia, i segurament desfer-se’n d’aquelles coses li havia resultat un descans, sabent que es podrien aprofitar per altra gent que els hi podria donar una nova vida. 

Entre les seccions d’aquell establiment hi ha una dedicada en concret als llibres d’escola, contes, diccionaris, atles, joguines educatives i material escolar de segona mà. La caixa estava situada en una lleixa d’aquella secció i el plomí lluent, per sorpresa meva, sobresortia entre un grapat de llapis de colors. Les plomes estilogràfiques no en són tan habituals (i menys les d’alta gamma), però a vegades n’hi apareix alguna. Sembla que aquell lot havia estat revisat, però era un poti-poti vairat de bolígrafs, llapis, compassos, regles, porta-angles, etc,..., que havien taxat per a vendre a 0,5 euros la unitat. 

Asseguraren que ningú dels voluntaris de la fundació va donar notícia de material especialment malmès, i que ningú d’ells es va parar a desmuntar cap ploma. Així, per tant, devia estar així d’origen o potser va caure en mans d’algun client maldestre. Molt probablement, ningú abans hi va parar especial interès per tal com, quan la vaig trobar, la part interna del tap estava separada i la resta del cos hi devia haver ballat, perquè, si no se li encaixava bé, no tancava i es considerà inaprofitable, donat l’extrema sequedat de l’èmbol de xeringa. De tota manera, hi ha gent que a vegades compra peces inservibles per decoració o attrezzo, però, ni així van creure que allò valgués res en aquell estat. 

Sobre la relació de la ploma Wally 99 i la mestra no em van saber dir més detalls, malgrat és molt probable que fos seva i que aquella hagués estat un estri emprat en exercici de la seva professió durant els seus anys de docent en actiu, o àdhuc d’estudiant de magisteri. Però... Qui ho sap?! Darrere de cada ploma usada hi ha sempre, de ben segur, una vivència humana única que enllaça amb la comunicació entre les persones, que pot ser interessant conèixer i divulgar, més enllà d’una anàlisi estètica o mecànica de l’estri.

Però, fins i tot, en aquell moment jo en tenia més notícia de la història de l’antiga propietària d’aquella Wally 99, que no pas de l’origen de la seva fabricació, que, a hores d’ara, per a mi segueix sent un enigma. Algú dels Amics de l’Estilogràfica va apuntar que, tal vegada, el fabricant guardés relació amb el tipus de convertidor (i potser també amb la forma del clip ratllat en horitzontal), que es lligava molt amb cases italianes o franceses, com els models Johnson 88 Plexiglass, corresponents a un marquista local, que muntava plomes amb peces procedents d’Itàlia, i que podria estar a l’òrbita de la producció d’Enrico San Martino Grasso, fabricant italià establert a Barcelona, conegut per ser l’impulsor de diverses marques de gamma mitjana que utilitzaven aquell sistema de càrrega; però també podria provenir d’una adquisició de més enllà dels Pirineus, atès que aquest sistema també va ser molt estès a França. Per tant, ens restarà encara un dubte substancial en aquesta història. 

Trobar referències sobre aquella ploma Wally 99 sembla, doncs, que sigui com trobar l’inefable Wally (curiosa coincidència en el nom i en les circumstàncies!) en el dibuixos de Martin Handford: aquell personatge homònim amb ulleres de pasta, suèter a ratlles vermelles horitzontals i casquet de borla, dels contes sense massa text que pregunten “On és Wally??”, confós en mig d’una massa ingent de personatges i detalls dibuixats expressament per a despistar el lector. I per a la ploma rara, ja fos en San Martino-Grasso o un altre italià el seu fabricant, ens té anàlogament “despistats” en la seva correcta identificació.

Nota

(*) Consta a Todocolección la venda d’un model similar Wally 99, amb la boquilla grisa, el 4 de juny de 2020, però sense més referències.




No hay comentarios:

Publicar un comentario